Atiende la textura de las piedras
que fría, dura y rugosa
te habla de nuestra madre Gaia.
Atiende la textura del árbol
que tibio, suave o rugoso
te habla de Gaia, nuestra madre.
Atiende la textura de la hierba
que con miríada de lengüecitas es rumorosa
y la paz de su verde exhala.
Atiende a la textura que marca el vuelo del águila,
a la estela húmeda del pez volador sobre el océano,
a la de la montaña, azul y estática,
sobre la cordillera que cicatriza Gaia.
Observa el despropósito aparente del escarabajo,
no atajes a la serpiente en su camino sinuoso
y cree en el mosquito insignificante.
Con todas tus fuerzas ama todas las texturas de la vida
pues la luz y el sol que vas merodeando
y la nave que al infinito te lleva galáctica
ha sido Gaia, tu primera residencia.
Perteneces a lo que ves y no ves.
Eres lo visible e invisible.
Eres un punto de la escala posible,
la medida de todas las cosas que amas y temes.
El hombre eres y tu textura
es el barro y el sarmiento
y con ellos modelas la escultura
de tu maravilloso conocimiento.
TURKANA
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