lunes, 15 de junio de 2009

BAILANDO CON LOBOS


Si se hiciera retroceder en el tiempo -150.000 años- a un equipo de ecologistas interesados en los mamíferos de la parte superior de la cadena alimentaria, se encontrarían con una única especie de lobo de gran éxito, Canis lupus, que vivió en la mayor parte de Eurasia y Norteamérica. También hallarían varias formas de seres humanos, cada una de ellas ocupando un área geográfica mucho más restringida. Darían con los antepasados de los neandertales que vivían en el frío clima de Europa y el oeste de Asia y quizá vestigios de poblaciones de Homo erectus que habitaban en las selvas tropicales del sudeste asiático. En África también localizarían a los antecesores de los seres humanos actuales. ¿Cuáles de esos mamíferos serían considerados los de más éxito en su tiempo? Tengo la impresión de que nuestros ecologistas viajeros en el tiempo votarían por los lobos. Los lobos y los seres humanos tenían mucho en común. Unos y otros eran depredadores cooperativos, muy móviles, que, cuando podían, capturaban ungulados, mamíferos con pezuñas como las ovejas, pero también eran cazadores oportunistas de presas más pequeñas e incluso arramblaban con piezas muertas de otros depredadores si éstas estaban disponibles. Los lobos y los seres humanos vivían en familias ampliadas muy ruidosas en las que tanto los machos como las hembras cuidaban de las crías y les proporcionaban alimento. En los mamíferos, la familia ampliada es un tipo infrecuente de estructura social, y creo que fue esencial para el éxito de los lobos y los seres humanos.

Estudios comparados de ADN de seres humanos contemporáneos de todo el mundo indican que el antepasado común más reciente de todas las poblaciones no africanas vivió en África hace unos 140.000 años. La migración de los antepasados de los seres humanos que vivieron fuera de África empezó en algún momento a partir de ahí. ¿Por qué esa población migratoria tuvo tanto éxito que reemplazó a las otras poblaciones humanas que entonces vivían en Eurasia? Su éxito puede deberse a que, cuando entraron en Asia, los emigrantes se encontraron con lobos y los domesticaron. Recientemente, Robert Wayne y sus colegas llevaron a cabo un exhaustivo estudio de secuencia de ADN mitocondrial en un gran número de lobos, perros y otros cánidos de todo el mundo. Y observaron que los lobos son antepasados de los perros y que la domesticación inicial de perros a partir de lobos ya empezó hace 135.000 años. El hecho de que los seres humanos y los lobos compartieran conductas de caza cooperativas similares facilitó mucho esta domesticación. Así pues, los lobos y los seres humanos estaban preadaptados para encajar en los ecosistemas y familias recíprocas. Los lobos dóciles y sus descendientes habrían proporcionado una enorme ventaja competitiva a los grupos humanos que los domesticaron. Los perros pueden haber sido responsables de la expansión del área geográfica humana a Siberia y Norteamérica, que los lobos ya ocupaban. Los perros habrían ayudados a sus compañeros humanos a conseguir comida gracias a su fuerza, su resistencia y sus habilidades como cazadores cooperativos. Los sentidos superiores del olfato y la audición del perro habrían complementado la aguda visión de los seres humanos tempranos para detectar tanto presas como depredadores. Por más capaces de percibir la presencia de depredadores nocturnos. La herencia de lazos sociales estrechos en la manada de lobos y sus perspicaz inteligencia social permitió a los perros vincularse a los seres humanos y encajar fácilmente como miembros de las familias humanas ampliadas. A su vez, los perros sacaron provecho de la ayuda humana en la tarea de criar a sus cachorros. Desde el punto de vista del perro, los seres humanos eran integrantes de la manada que llevaban alimento a los cachorros. El apoyo humano permitió a los perros tener dos camadas de crías al año y no una sola como los lobos.

En su estudio de los lobos que vivían en la isla Ellesmere, en el alto Ártico canadiense, el biólogo de los lobos David Mech y el fotógrafo de la fauna Jim Brandenburg realizaron varias observaciones relacionadas con la domesticación. La continua luz diurna del verano y la ausencia de árboles y otros seres humanos les facilitó mucho el trabajo. Observaron que el macho y la hembra dominantes tomaban posesión de una presa grande que había sido muerta. Los miembros subordinados de la manada se aproximaban sumisamente al macho dominante y le lamían la cara, igual que cuando los cachorros de lobo solicitan comida a los animales más viejos. Los lobos de Ellesmere nunca habían sido perseguidos por seres humanos y mostraban una gran curiosidad por sus observadores. A menudo se les acercaban de una manera sumisa y a veces incluso juguetona. En una ocasión, un cachorro desató los cordones de las botas de Mech. Creo que la domesticación inicial se produjo criando cachorros, que cuando hubieron crecido ayudaron a los seres humanos en la caza cooperativa. Los seres humanos, como la pareja dominante de la manada, controlaban el acceso a las presas muertas y distribuían porciones a las crías sumisas ya crecidas. El acto esencial de la domesticación era mantener la dominancia sobre los cachorros de lobo una vez hubieran madurado; el resto era parte de su conducta natural. Cuando los perros lamen la cara de su amo, estamos ante un vestigio directo de aquella conducta de petición de alimento. Esta teoría contrasta con la opinión clásica de que los antepasados de los perros fueron domesticados cuando buscaban entre desperdicios de los seres humanos. La dificultad que plantea la teoría es que hay muchos animales que recogen basura humana, pero han sido domesticados muy pocos. Tampoco explica el lazo extraordinariamente estrecho entre seres humanos y perros y el uso generalizado de éstos para multitud de aplicaciones prácticas, como la protección, la caza o la conducción de rebaños.

Los restos de lobos han sido hallados junto a los de seres humano tempranos, pero es muy difícil determinar, a partir de los huesos, las fases iniciales de domesticacióncanina.Se han encontrado perros enterrados en los suelos de las casas y junto a seres humanos en tumbas de 12.000 y 14.000 años de antigüedad en diversos lugares de toda Eurasia. Estos enterramientos indican que había una fuerte relación con los seres humanos, pero más que reflejar el estadio inicial de domesticación, quizá, en vez de ello, revelan el producto de un largo proceso que condujo a esa fase. Algunos de estos primeros restos de perros se hallaron en yacimientos con edificios de piedra que contenían argamasas y majas para triturar el grano. Tal como ha señalado Robert Wayne, estos restos quizá reflejen, en los perros, cambios biológicos inducidos por un estilo de vida humano más sedentario y una menor dependencia de la caza para conseguir alimento. Puede que hubiera perros tempranos que se parecieran mucho a los lobos. El hecho de que casi todos los grupos humanos actuales, incluidos los habitantes aborígenes del Nuevo Mundo, tengan perros es una prueba adicional de qu éstos fueron domesticados mucho antes de los comienzos de al agricultura. La domesticación temprana de perros también se apoya en la gran variedad de razas de perros, que probablemente tardaron mucho tiempo en evolucionar.

En el proceso de domesticación los seres humanos han inducido en los perros una serie de cambios pedomórficos que se parecen a los que tguvieron lugar en la evolución humana. algunos de estos cambios son natómicos. Por ejemplo, los pequineses, con sus mandíbulas reducidas, han sido criados para parecerse a los niños. Para modificar la conducta también se ha utilizado la cría selectiva. La acción depredadora de los lobos incluye un conjunto de conductas distintas -acechar, perseguir, morder para agarrar, morder para matar- que se adquieren en estadios pregresivos a medida que los lobos maduran. Los criadores de perros han hecho selecciones en contra de algunas de estas conductas. Los perros que conducen rebaños, por ejemplo los border Collies, han sido criados para acechar y perseguir ovejas paro no para agarrarlas o matarlas. Por contraste, los perros guardianes de ovejas, por ejemplo los Komondors, han sido criados selectivamente para eliminar todas las conductas depredadoreas dirigidas a las ovejas. Así pues, las conductas específicas de la maduración están bajo control genético y pueden ser seleccionadas sin dificultad. Los perros seguramente desempeñaron un papel importante en la domesticación de ovejas y otros ungulados. Inicialmente, los seres humanos y sus perros habrían cazado ovejas, pero poco a poco modificaron su relación con estas protegiéndolas de otros depredadores y controlando sus movimientos a fin de disponer fácilmente de provisiones de carne. Hace aproximadamente 8.000 años se produjo en las ovejas una mutación que originó una capa lanuda, adecuada para ser utilizada en tejidos y ropas, lo cual supuso para los seres humanos otro medio para protegerse de la variabilidad ambiental.

Los perros tienen un cerebro cuyo tamaño es aproximadamente tres cuartas partes del de los lobos de tamaño corporal análogo; el proceso de domesticación provoca una reducción del tamaño cerebral. En la mayoría de las razas de perros, el tamaño corporal también disminuye. en la domesticación, los seres humanos han asumido la responsabilidad de proporcionar comida y protección a los perros, con lo que disminuye la necesidad de éstos de mantener un cerebro grande. Se han observado parecidas reducciones en el tamaño cerebral y el número de neuronas de otros animales domésticos emparentados con sus homólogos en estado salvaje. Un ejemplo especialmente bien documentado procede de observaciones de Rob Williams y sus colegas, quienes compararon las retinas de gatos salvajes europeos (Felis Silvestris) y gatos domésticos. Observaron aproximadamente el mismo número de fotorreceptores tanto en unos como en otros, pero también, en los gatos domésticos, una disminución del 40 % en el número de células ganglionares retinianas, las cuales transmiten el input retiniano al cerebro. Los investigadores creen que esta importante pérdida de neuronas se debe a la muerte celular programada en el desarrollo y está vinculada a la domesticación.

Tal como ha señalado Robert Martin, el tamaño del cerebro humano también ha disminuido durante los últimos 35.000 años. Los primeros seres humanos actuales tenían un cerebro que pesaba en promedio unos 1.450 gramos, mientras que en los contemporáneos pesa en torno a los 1.300. Crhistoperph Ruff y sus colegas han observado que esta reducción del peso cerebral está asociada a una disminución paralela del peso corporal. Éste sólo ha aumentado durante los últimos 100 años, aproximadamente. Los últimos 35.000 años fueron un período de rápido desarrollo en todos los ámbitos culturales, con dominio creciente del mundo físico, si bien, irónicamente, ha ido acompañado de una reducción, y no de un incremento, del tamaño cerebral. La domesticación de plantas y animales como fuentes de comida y vestido han servido de importantes amortiguadores de la variabilidad ambiental. Quizá los seres humanos, mediante la invención de la agricultura y otros medios culturales para rebajar los riesgos de la existencia, se han domesticado a sí mismos.

Extractado de "El cerebro en evolución"
Autor: John Morgan Allman

TURKANA

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