martes, 9 de septiembre de 2008

LA LIBERTAD


One of the phenomena which had peculiarly attracted my attention was the structure of the human frame. Whence, I often asked myself, did the principle of life proceed.
Doctor Frankenstein
Mary Shelley

Desde que el ser humano nace, mientras se hace y cuando posteriormente se va deshaciendo muchas son las trampas de la libertad en las que se ve enredado. Emboscadas de todo tipo le acechan en ese camino, desde las nada despreciables biológicas hasta las sociales apenas inicia la andadura por esta vida que en suerte de azar le ha tocado vivir. Las biológicas abarcan un amplio espectro de condiciones a priori, a posteriori e in intinere que obnubilan, mediatizan y limitan la libertad de pensamiento. Las sociales sobre todo crean inercias y apriorizan caminos de decisión, estancan los objetos del pensamiento y adoctrinan en el peor sentido de la palabra. Y son muchos, por no decir todos, los agentes que concurren a esta deformación de la libertad individual: familiares, sociales, políticos e institucionales de amplio espectro: culturales, educativos y difusos ambientales de la cultura. El resultado no puede ser más catastrófico y viene determinado por el estrechamiento de la franja del pensamiento individual. Un estrechamiento que hace del ejercicio de la libertad de pensamiento y acción un muñón casi inexistente, en muchos casos, un miembro fantasma.

Las limitaciones biológicas son más conocidas, o van siendo más conocidas, en cualquier caso, pueden llegar a ser más fácilmente conocidas. Pero las limitaciones sociales, políticas, sobre todo, y las institucionales-educativas de amplio espectro son, aunque de lenguaje menos tecnificado, de mucha más difícil comprensión. Ello es así debido al casi infinito número de variantes que se dan en las relaciones sociales complejas actuales y a una falta de un método de estudio similar al de la ciencia.

Una auténtica galaxia Gutenberg analiza estos desafíos a la libertad, parafraseando a Mario Vargas Llosa: El arte de la manipulación política, Josep Mª Colomer, La duda y la elección, Norberto Bobbio, Una extraña dictadura, Viviane Forrester, etc. Así que análisis no falta, tampoco sobra, dada esa enorme complejidad a la que aludo.

Parecería, prima facies, que una sociedad que sin duda avanza en conocimiento producto de una información más asequible, universalizada y multifactorial debería inevitablemente tener por consecuencia unos individuos, por no decir ciudadanos, más libres de pensamiento y, por tanto, más libres de acción. Pero no es así en absoluto y puede que, incluso, esté originando individuos, por no seguir diciendo ciudadanos, cada vez menos libres tanto de pensamiento como de su correlato, la acción.

Para empezar hay, por lo menos, en este sentido dos universos: el rico y el pobre. El rico avanza y el pobre se alimenta de la fermentación orgánica excretada por el rico. Sea esto en el estricto sentido físico de la palabra como en el conceptual amplio del mundo del pensamiento. El pobre no puede pensar más allá de sus necesidades primarias y acucientes, por tanto. Cuanto más primarias, más acuciantes. El rico se libera de estas últimas y sus necesidades secundarias devienen primarias de segundo nivel y por tanto, acuciantes también. El pobre se juega el tipo y el rico el fenotipo. Sin duda las posibilidades de libertad aumentan con el nivel de riqueza, sea o no una paradoja el que los ricos de ese universo dúplice malgasten ese abasto de libertad que en suerte les toca, como parece claro que sucede en la actualidad.

Asistimos a una tetraplejia generalizada del modelo social que hemos construido. Las grandes ideas motrices del progreso humano basado en la democracia, la educación, los modelos económicos y todas las prácticas sociales de desarrollo del ciudadano como un hombre-individuo que debe ser cada vez más libre están convulsionadas, cuando no paralizadas. Son miembros de un cuerpo magmático cuyo único movimiento son tactismos cuasi-vegetativos.

Un ejemplo: España. La mentira, el convencionalismo político más miserable, la estupidez institucionalizada, la falta de ciencia absoluta, la atomizada, copiada y manipulada políticamente educación, una justicia cavernaria y de cerebro oligofrénico, unas fuerzas armadas de pandereta y unas policías títeres, una Constitución falseada, adulterada y adúltera, un sistema bancario leonino y una economía de escapismo, una ciudadanía idiotizada, una sanidad publicitada como la mejor del mundo que es aberrante, unos nacionalismos, catalán y vasco, absolutamente estultos y de una inconmensurable bajeza moral, una falta de talla histórica presente del español infinita que tiene enormes consecuencias reales actuales y las tendrá futuras y, enfín, un panorama general cerril y propicio al exilio de este asqueroso país.

Es sólo un ejemplo, cada país hoy tiene sus miserias. Esas miserias son sólo el síntoma de un fenómeno más general caracterizado por la falta de libertad individual de pensamiento y de acción. El ser humano propende a buscar soluciones y necesita imperiosamente de ellas. Su subsistencia de ellas depende. El desarrollo espectacular de la ciencia quizá sea el nuevo paso necesario para ese otro siempre postergado desarrollo de las ciencias morales, de la sensibilidad del ser humano, de la superación de sus celdas interiores y guantánamos exteriores. Sería sorprendente que las ciencias morales, por así decirlo, se desarrollaran en el futuro de las ciencias físicas. Desde luego no estaba previsto en la hoja de ruta. Que un individuo como Zapatero y sus adláteres ministeriales se desarrolle a partir de las ciencias físicas parece una germinación in absentia. El tiempo lo dirá.

Mientras, será un buen ejercicio de la libertad individual ir pensando en todos aquellos enemigos de ella que nos acechan en España, Europa, Estados Unidos, países árabes y la China mandarina e incipiente, tan amarilla, amurallada, recogidita y desmesurada, tan vieja en artes de la perversión humana y tan poco alagüeña que se avecina. Los genes y los memes están ahí para ser pensados, para que nos los apropiemos, para que los creemos y los recreemos incesantemente. El maravilloso planeta azul que habitamos está ahí como una inmensa bolsa amniótica para que nos impregnemos de su tibieza, para que lo nademos, los circundemos y lo hagamos extensión de todos nosotros en nuestro viaje a las estrellas. Mientras llegamos a ser dioses hemos de aprender a ser hombres.

TURKANA

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