lunes, 23 de noviembre de 2009

HEMINGWAY Y EL ABUELO REPUBLICANO DE ZAPATERO


Los que estaban en la primera fila, cerca de él, pudieron ver cómo Villalta maldijo al toro y gruñó para azuzarlo. Cuando la bestia atropelló, él se volvió con firmeza como un roble azotado por el viento, sin separar las piernas, arrastrando la muleta mientras la espada seguía la vuelta por atrás. Después maldijo de nuevo al toro, agitó la muleta frente al animal y evitó la embestida con seguro esguince. La muleta describía curvas y el público rugía en cada suerte.

Cuando resolvió matarlo, todo ocurrió con idéntico ímpetu. El toro estaba frente a él, mirándolo con rabia. El torero sacó la espada de entre los pliegues de la muleta y con el mismo movimiento le clavó la vista y gritó: "¡Toro! ¡Toró!" El toro cargó y Villalta también. Por un momento pareció que se unían el cuerpo de Villalta y el del animal y luego terminó la suerte. Villalta quedó erguido junto a la bestia. El puño rojo de la espada se asomaba sin brillo entre las paletas del toro. Villalta levantó el brazo hacia la multitud. El toro lanzaba bramidos mezclados con sangre mientras miraba a Villalta y sus patas se aflojaban.

A veces la historia nos gasta malas pasadas. Nos las gasta a todos en general y a los políticos en especial. Que el abuelo del Presidente de Gobierno español, Zapatero, fuese republicano de izquierdas y antifascistas no es más que un hecho. Y que también lo fuese Ernest Hemingway otro.

Son hechos que en sí mismos significan muchas cosas, y en su relación pueden no significar nada. Pero es un hecho, también, que esa relación fuera curiosa.

En definitiva, la relación entre el abuelo de Zapatero y Hernest Hemingway evidencia que el tiempo todo lo muda, lo lleva y lo trae, trastoca y remueve. El tiempo es un lento y caudaloso río que crea sin demora paisajes nuevos con materiales viejos. Cuando, en su decurso, coinciden elementos decorativos de otrora con los de ahora se produce un vértigo en la percepción del observador. El vértigo de la paradoja ideológica. Lo bueno de entonces y ahora malo; pero el río ideológico es el mismo. O eso pretenden algunos. En realidad, ni el río es el mismo ni los que pretenden son inteligentes.

Es decir, no existen valores humanos inmutables. No existen relaciones inmutables de valores humanos o, lo que es lo mismo, ni existen Derechos Humanos universales y atemporales, ni, por ende, existe iusnaturalismo. No existe un Derecho Natural alterior al ser humano.

Todo, al hilo del fragmento extractado de Hernest Hemingway y lo que hoy se consideran como valores progresistas indiscutidos.

Ni que decir tiene que un personaje como Hernest Hemingway sería hoy mal recibido en Cataluña, donde para la época de él florecía y se defendía la libertad frente al fascismo, o eso decían y aún les gusta a algunos decir. Hoy, allí, para la casta nacionalista en el poder, Hemingway sería un fascista luchando en el bando equivocado, pues matar toros es cosa de fascistas.

De "Cross Country en la nieve"
Relato contenido en La vida feliz de Francis Macomber

TURKANA

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