lunes, 24 de septiembre de 2012

EL MARAVILLOSO MUNDO DE LAS ARAÑAS

 
¿Por qué no construir una red? Las redes tienen que estar hechas de algún material que desde luego no será gratuito, pero, a diferencia de la lengua de un camalón, el material de la red no tiene que moverse, de manera que no requiere un tejido muscular voluminoso. Puede hacrse tan fino como la más tenue de las gasas, y cubrir así un área mucho mayor a bajo coste. Si se toma la proteína que de otro modo se utilizaría en la construcción de unos brazos o una lengua musculados y se reprocesa en forma de seda, se ampliará enormemente el radio de acción. Nada impide que la red pueda ocupar una superficie 100 veces mayor que la del propio cuerpo sin dejar por ello de estar formada por secreciones glandulares comparativamente baratas.
 
La seda es un producto muy extendido entre los artrópodos (la mayor división del reino animal, a la que pertenencen tanto los insectos como las arañas). Las orugas rama se amarran a un árbol con una única hebra de dicho material. Las hormigas tejedoras cosen hojas utilizando la seda segregada por sus larvas, que sostienen entre las mandíbulas como lanzaderas vivientes. Muchas orugas se envuelven en un capullo de seda antes de metamorfosearse en un adulto alado. Las orugas acampadoras cubren su árbol con gasa. Para formar su capullo, un solo gusano de seda (larva de la mariposa nocturna Bombys mori) hila alrededor de kilómetro y medio de ese material. Pero, por mucho que nuestra industria sedera se base en estos gusanos, las más grandes productoras de seda del reino animal son las arañas, y sorprende que la seda de estos animales no sea más utilizada por la humanidad (uno de sus escasos usos es la elaboración de retículas de precisión para microscopios). En su hermoso libro Self-Made Man, el zoólogo y artista Jonathan Kingdons especula con la idea de que la seda de araña pudo haber inspirado a los niños humanos el invento de una de las piezas más vitales de la tecnología, el cordel. También las aves reconocen las buenas caulidades de la seda de araña como material: se conocen 165 especies que incorporan seda de araña al tejido de sus nidos (pertenecientes a veintitrés familias distintas, lo que sugiere que el descubrimiento se ha hecho muchas veces de forma independiente). Una araña tejedora típica, la araña de jardín de la cruz (Araneus diadematus) segrega por sus espitas posteriores seis tipos distintos de seda producidos por glándulas abdominales separadas, pasando de uno a otro según su propósito. Las arañas ya utilizaban la seda mucho antes de que evolucionara en ellas la habilidad para tejer telarañas. Incluso las arañas saltadoras, que nunca tejen redes, saltan al vacío ligadas a un cabo de seguridad, como alpinistas encordados a la última posición segura.
 
Así pues, el hilo de seda, especialmente adecuado para el trenzado de redes destinadas a la captura de insectos, ha estado disponible desde antiguo en la caja de herramientas de las arañas. Podemos contemplar la red como una forma de estar en muchos sitios a la vez. A su propia escala, la araña es como una golondrina con una boca de ballena, o como un camaleón con una lengua de quince metros. Una telaraña es un dispositivo de una economía soberbia. Mientras que la lengua musculosa de un camaleón supone a buen seguro una fracción sustancial de su peso corporal total, el peso total de la seda de una telaraña (hasta veinte metros de hebras en una telaraña grande) no llega a la milésima parte del peso del cuerpo de la araña. Es más, la araña recicla la seda usada comiéndosela, de manera que se malgasta muy poca. Sin embargo, la tecnología de la red plantea problemas propios.
 
Un problema no trivial para una raña tejedora es el asegurar que la presa, tras precipitarse en la telaraña, quede pegada a ella. Hay dos peligros. De entrada, el insecto podría muy bien rasgar la telaraña y atravesarla. Este problema podría resolverse haciendo que la seda sea muy elástica, pero esto agravaría el segundo de los dos peligros: el insecto rebotaría entonces en la telaraña como si de un trampolín se tratara. La seda ideal, la fibra de los sueños de un investigador químico, debería poder estirarse mucho para absorber el impacto de un insecto en vuelo rápido, pero al mismo tiempo, y para evitar el efecto trampolín, debería amortiguar suavemente el retroceso. Al menos algunos tipos de seda de araña tienen precisamente estas propiedades, gracias a la estructura notablemente compleja de la propia seda, dilucidada por el profesor Fritz Vollratha y sus colegas de Oxford. La seda es en realidad mucho más larga de lo que parece, porque la mayor parte de su longitud está arrollada en el interior de cuentas acuosas. Es como un collar cuyas cuentas contuviesen hilo sobrante enrollado. El arrollamiento se consigue mediante un mecanismo no del todo conocido, pero el resultado es indudable. Los hilos de la telaraña pueden estirarse hasta diez veces su longitud de reposo, y vuelven a encogerse lo bastante despacio para que la presa no salga rebotada de la red.
 
La siguiente propiedad que requiere la seda para no dejar escapar la presa es la pegajosidad. La sustancia que reviste la seda en el sistema de arrollamiento que acabamos de describir es, además de acuosa, pegajosa. Un solo contacto y el insecto queda adherido. Pero no todas las arañas consiguen la consistencia pegajosa de la misma manera. Un grupo distinto, el de las arañas cribeladas, produce una seda de filamenttos múltiples emanada de una espita especial denominada cribelo. La araña peina las hebras con un peine especial incorporado en sus patas. La seda rastrillada de esta manera se ahueca en una maraña de hebras. Esta maraña no es visible a simple vista, pero es ideal para enganchar las patas del insecto atrapado. Los hilos cribelados funcionan tan bien como las hebras glutinosas antes descritas; simplemente obtienen su adherencia de otra manera. En un aspecto, las arañas cribeladas tienen una ventaja, y es que sus hilos conservan su adherencia durante más tiempo. Las arañas que usan material viscoso deben reconstruir su tela cada mañana. Es verdad que esto no suele requerir más de una hora (un tiempo casi increíblemente corto), pero cada minuto cuenta para la selección natural.

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ULISES TURKANA

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